A veces, la vida se nos pone cuesta arriba. Sin previo aviso, sentimos que algo dentro se agita: un nudo en el pecho, la respiración entrecortada, pensamientos que corren sin parar, son momentos cuando la ansiedad, el miedo o la zozobra aparecen, se apoderan de nuestro sistema, y nos cuesta encontrar calma.
A veces llegan sin una razón clara. Otras, se despiertan por experiencias concretas: una pérdida, una decisión difícil, una situación que se nos sale de las manos.
Lo cierto es que estas emociones forman parte de la experiencia humana… y pueden presentarse a cualquier edad.
¿Qué son la ansiedad, el miedo y la zozobra?
La ansiedad es una respuesta natural del cuerpo ante una amenaza percibida. Se activa nuestro sistema de alerta, incluso si no hay un peligro real. El corazón late más rápido, la respiración se acelera, los pensamientos se vuelven caóticos. Puede surgir en niños, adolescentes, adultos y personas mayores, cada quien con su propia vivencia.
El miedo, por su parte, es una emoción básica que nos protege. Es útil cuando nos alerta ante una situación peligrosa, pero cuando se vuelve constante o desproporcionado, limita nuestra vida y bienestar.
La zozobra es una sensación más sutil, pero igualmente incómoda: un estado de inquietud profunda, como si algo no estuviera bien, aunque no sepamos qué. Es una especie de desasosiego del alma, difícil de explicar, pero muy real.
¿Qué tienen en común estas emociones?
Todas afectan nuestro sistema energético. Cuando permanecen mucho tiempo con nosotros o se vuelven crónicas, generan bloqueos, desequilibran nuestros chakras y alteran nuestro campo vital. Esto no solo influye en cómo nos sentimos emocionalmente, sino también en nuestro cuerpo físico.
¿Cómo puede ayudarnos el Reiki?
El Reiki es una terapia energética que canaliza energía universal a través de las manos o a distancia, y que actúa en todos nuestros niveles: físico, mental, emocional y espiritual. No requiere creencias específicas, solo la disposición a recibir.
Cuando trabajamos con Reiki para tratar la ansiedad, el miedo o la zozobra, lo que hacemos es suavizar el sistema nervioso, desbloquear la energía estancada y permitir que la energía vital fluya con libertad nuevamente. Es como abrir una ventana en una habitación cerrada: de pronto entra el aire, la luz, el espacio.
Una sesión de Reiki puede ayudar a:
- Calmar la mente y disminuir los pensamientos repetitivos.
- Relajar profundamente el cuerpo y el sistema nervioso.
- Disminuir la sensación de opresión en el pecho o el estómago.
- Sentirnos acompañados, sostenidos y con mayor claridad emocional.
- Restablecer el equilibrio de los chakras y el campo energético.
Además, el Reiki no juzga ni fuerza procesos. Acompaña. Nos recuerda que en lo profundo de nuestro ser habita la calma, incluso si en la superficie todo parece moverse con fuerza.
Para todas las edades, en cualquier momento de la vida
He tenido el privilegio de acompañar a niños, adolescentes, adultos jóvenes y mayores en momentos de gran agitación emocional. El Reiki se adapta a cada persona y situación. No necesita que hablemos mucho ni que revivamos el dolor. Solo que estemos presentes y abiertos a recibir.
Si estás viviendo un momento difícil, si hay emociones que te abruman o simplemente quieres reconectar contigo y recuperar la calma, el Reiki puede ser un canal amoroso y eficaz para ayudarte a regresar a tu centro.
Porque mereces vivir en paz. Y hay caminos suaves, respetuosos y profundos que pueden ayudarte a volver a ella.
No necesitas hacer nada más que estar presente y permitirte recibir. La energía hará el resto.
Te invito a contactar con nosotros aquí !!!!